La situación política en el país no está fácil. Más del 80% de la población
clama por un cambio de régimen. En diciembre 2015 la oposición aplastó
electoralmente al oficialismo obteniendo clara mayoría de diputados; para el
oficialismo es meramente algo circunstancial. Ante ello la bancada oficialista
inició el despliegue táctico para compensar y neutralizar las decisiones de la
AN. Con el parcializado TSJ desincorporan a 3 diputados opositores y luego
colocan a la AN en desacato para así poder invalidar cualquier decisión de
ella. Antes del 6D para ellos todo era un paraíso y dormían en los laureles de
la fracasada revolución hasta que el propio soberano los puso a temblar.
Transcurrió el 2016 sin pena ni gloria. Políticamente hablando, ningún
logro significativo en cuanto al cambio de régimen salvo haber quedado
constancia de las violaciones materializadas por éste. Maduro en el poder sin
haber podido demostrar su nacionalidad y sobre sus espaldas la duda de su
venezolanidad; la minoría oficialista protagonista en el show de la AN y nada
vale lo que diga o proponga la bancada opositora.
Un RR cadáver desde su fecha de propuesta debido a intereses personales y
partidistas. Como pendejos quedamos ante semejante farsa a sabiendas que un
régimen dictatorial no se cuenta ni negocia salvo cuando le conviene y con la
sola intención de ganar terreno. ¿Políticamente, cómo queda Capriles, padre de
esa criatura? ¿Y las elecciones de alcaldes y gobernadores? Bien gracias. La
constitución las prevé y el CNE controlado por el régimen no tiene fecha para
ellas y pisotea nuestros derechos. ¿Elecciones generales? Dios mío, ¿dónde
quedó el olfato y malicia política de
nuestros dirigentes? ¿Será que el pendejismo se apoderó de ellos?.
Un pueblo agobiado por la escasez de alimentos, medicinas, inseguridad y
abusos del régimen muestra su descontento en las calles logrando acorralarlo y
hacerlo sentir débil. Llamaron a diálogo para desmontar la protesta popular y
ganar tiempo y nuestros “experimentados” políticos y estrategas de la MUD
cayeron en la trampa echando un balde de agua fría al movimiento opositor
perdiendo ellos cada vez más la credibilidad de la población que sin otra
salida había puesto su esperanza de cambio en la mal llamada MUD.
Como si fuera poco, dos diputados de UNT y un diputado indígena no
asistieron a la AN el día en que debían elegirse los rectores del CNE. No hubo
quórum. Unos días después sale libre Manuel Rosales líder y fundador de UNT.
¿Casualidad? ¿Pactos tras bastidores? Cochina política.
Una MUD que no supo capitalizar la energía opositora por el abuso
continuado de un grupúsculo de tres o cuatro partidos políticos que se creyeron
ungidos para violar la confianza depositada en ellos y tomaron decisiones sin
importarles las otras fuerzas políticas, sociedad civil, estudiantes, gremios,
sindicatos, colegios profesionales y universidades. Estamos recogiendo lo que
sembraron: apatía y desconfianza.
El ciudadano sufre las
consecuencias, el régimen continúa en el poder, fortalecido y sin visos de
salida hasta las próximas presidenciales. Dicen que la política es el arte de
lo posible y es necesaria. Sin embargo, me resisto a aceptar que exista tanta
podredumbre, miseria, ambiciones, políticos y líderes mediocres y que los
electores sigan creyendo en ellos. Es la hora del cambio. La nueva forma de
hacer política debe imponerse y marginar y execrar a todo ese estiércol
político que tanto daño ha hecho al país.
Eduardo J. Díaz Ayala
C.I. 4.972.210
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