martes, 5 de marzo de 2019

Coincidencia celebrada

Imagen cortesía de: https://www.365imagenesbonitas.com/imagenes-de-amistad


Por: Héctor Camacho Aular.
    Muy temprano en la mañana, después de varios años sin verle, logró encontrarse con uno de sus antiguos compañeros de estudios en la universidad. El momento fue propicio para invitarlo a un café y aprovechar la ocasión para evocar con él, aquellas memorables travesuras que tantas veces celebraron en los bares céntricos de la ciudad, bajo la fiel consigna ¡viva la bohemia! Sin mucha prisa, comenzaron a desempolvar de la carpeta mental de aquellos tiempos encontrando en ella cartas, telegramas, encomiendas, fotos, películas y una ruma de discos viejos de la época, además de rescatar, muchas hojas sueltas impregnadas de vetustos poemas, inspirados en la famosa Pandilla de Lautréamont. En horas del mediodía, decidieron continuar su plática en la antigua casona gastronómica universitaria, donde terminaron saboreado  una abundante parrilla, acompañada de varias cervezas  y al compás de la mejor música instrumental de los años 60. Ambos coincidieron en descansar el resto de la tarde, no sin antes, comprometerse a reanudar la conversación en la decana taberna del estudiante, a comienzos del anochecer. Al llegar allí, celebraron efusivamente su casual encuentro  con varias botellas del mejor vino del negocio.

   Finalmente, en horas de la madrugada, salieron del lugar abrazados y recitando a dúo, el poema Guerras Solitarias “A veces uno cae en guerras solitarias/y es tan fácil descender con alas imprevistas/en el aeropuerto contento de la noche/…” de Orlando Flores Menessini.

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