Por: Héctor Camacho Aular.
La geografía musical venezolana a través de la historia siempre ha contado con un selecto grupo de poetas compositores, distribuidos por todo lo ancho de su territorio. De allí, que no es de extrañar, la presencia de destacados autores en cada uno de los estados, cuya huella sonora ha permanecido inmutable en el tiempo y, a la vez, son ejemplo de creatividad fecunda para las nuevas generaciones que se inician en ese mundo. Uno de estos personajes es el oriental Enrique Hidalgo, nacido en El Tigre, estado Anzoátegui, el 10 de marzo de 1942, quién desde su tribuna poética-musical ha logrado exaltar, con éxito, el gentilicio venezolano desde hace más de cincuenta años de trayectoria artística.
En su extensa obra como compositor figuran más de 300 piezas, todas ellas recubiertas en un manto de talento, sinceridad y amor. Entre sus temas inolvidables figuran: Presagio, El ruiseñor de Catuche, Era ella, La distancia, La carta, El calamar, Tigre de antaño, Amor bonito, Va saliendo el barco, Barcelonesa, Provinciana, Es bello amarte así, Ladrón de tu amor (letra de Luis Guillermo González), El garrafón, Isadora, Los amores de Cabré, El señor de la guitarra, Fray andino, Décimas para el lago, De Yaracuy tenía que ser, Los muñecos de Carmira y muchas otras. Además resaltan en su inspiración varios poemas para niños musicalizados como: En mi pueblo había un río (“En mi pueblo había un río/con aromas y rumor/con pececitos y ranas/con flores de cundeamor/…”), La canción del abejorro, El gonzalito, Canto a la orquídea, Pájaro bonito, El lorito descortés, Cocuyito y otros más, así como también, la música de Esperando a la estrella de mar y Jesús venezolanito, pertenecientes a la poetisa yaracuyana Morita Carrillo.
Formalmente, las primeras composiciones exitosas de Enrique Hidalgo fueron dadas a conocer en el mundo del disco a comienzos de los años 70, en la voz del sucrense Gualberto Ibarreto. Al poco tiempo, sus canciones también serían grabadas por destacados artistas tanto nacionales como internacionales. A lo expuesto, habría que agregar los larga duración realizados con su agrupación: “Venalum presenta: Enrique Hidalgo y su grupo Botija” (Discos Guanipa, 1983), “Cantos, Cuerdas y Versos del Yaracuy” (Discos Guanipa, 1988) así como también “Enrique Hidalgo. Su voz y sus canciones. Vol 1” (Sotoeditora, 1995). De su creación poética son los libros: Escrituras desnudas (1967), Acri Lacre(1973), El libro de Sacha (1978), Canción del agua buena (1986), Vos si sois arbolario (1999) y Ya tenemos capitán (2003).
En el amplio expediente poético-musical de Enrique Hidalgo podemos apreciar toda una aureola sincera de venezolanidad y patriotismo producto de su especial talento para realizar obras con deliberado amor y optimismo. En tal sentido, el analista musical Raúl Gutiérrez Hurtado sentencia al respecto que “su facilidad para componer es verdaderamente asombrosa. Lo hace con una naturalidad poco vista en otros compositores. En su paso por Yaracuy nos dio una muestra de ello. Además de las piezas que compuso para su grupo, también creó un éxito para Héctor Cabrera: Fugaz“.
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