Foto cortesía de: https://superpola.com/recetas/dulce-de-lechosa/ |
Por: Héctor Camacho Aular.
Una vieja costumbre
muy arraigada en los hogares venezolanos es la de preparar sus dulces caseros. Será en el período de la
Colonia cuando se darà inicio, formalmente, a la dulcería criolla a base de
frutas, esto coincide con la aparición de los primeros sembradíos de caña de
azúcar en el país. Rápidamente, el pueblo asimiló la sana costumbre de degustar
distintos tipos de dulces tanto en las comidas como en otros momentos gratos.
En sus comienzos, la fuente de calentamiento utilizada en la preparación de estas delicateses eran los antiguos fogones y el tradicional
horno de ladrillo y adobe, para luego pasar a las cocinas que utilizaban
kerosene como combustible y finalmente serían sustituidas por las que emplean gas doméstico. De esos
dulces caseros antañones perduran en el tiempo los de lechosa, piña, martinica,
cabello de ángel, durazno, higo, entre otros. Además de las tortas de cambur, auyama, jojoto y guanábana aparte de los postres conocidos como:
manduca, torreja, pavito, cocada, buñuelo, suspiro, polvorosa, coquito,
bocadillo, alfeñique, quesillo y la famosa cantinollora.
El estado Yaracuy,
en el pasado siglo XX, contó con la presencia en todo su territorio de
distinguidas expertas en el trabajo artesanal de la dulcería y repostería.
Ellas elaboraban y vendían sus productos
en sus propias casas y otras veces lo ofrecían a la bodega del barrio, para su
comercialización. En San Felipe y sus alrededores, a finales de los años
cincuenta, por ejemplo, tuvo mucha
clientela en la ciudad el exquisito dulce de lechosa preparado por la maestra sanfelipeña Carmen Sequera de Domínguez así como también
las deliciosas conservas de coco elaboradas por la dulcera artesanal Victoria
Contreras de Aular, sin olvidar, los sabrosos pan de horno, preparados por las
recordadas oficiosas Elisa Unda y Palmenia Goyo con harina de maíz cariaco, y tostándolos finalmente
en sus fieles hornos de adobe y ladrillo.
A lo antes
expuesto, hay que mencionar, con justicia, el laborioso aporte que han dejado las otras grandes dulceras y
reposteras de los demás distritos y municipios de la región, quienes forman
parte también del patrimonio artesanal
azucarado yaracuyano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario