Por: Héctor Camacho Aular.
La música, para poder perdurar en la mente de los melómanos, desde hace tiempo ha contado con fieles aliados encargados de recopilar, con elegancia y orgullo, todo lo original grabado por múltiples intérpretes y agrupaciones musicales, incluyendo desde sus éxitos más conocidos hasta piezas pocas veces divulgadas en los medios de difusión. A estos cancerberos del acetato se les conoce como coleccionistas de discos. Ellos tienen, en lo más puro de su existencia, un don mágico para buscar, seleccionar, analizar y divulgar, con asombroso lujo de detalles las sagradas colecciones de su preferencia. Por todo el planeta rondan sin descanso éste grupo de caballeros de la mesa redonda musical quienes se encargan de encontrar interminables tesoros del lenguaje animado del alma.
Uno de estos es Mario Baptista Troconis, quién no vacila, en recordar, que “Desde muy joven, con apenas 13 años, comencé a coleccionar discos. Pero será a partir de 1962, cuando me inicio formalmente.. Para entonces, existía en Mérida la casa Comercial Corredor Hnos, quienes me apartaban las grabaciones recién llegadas de música tropical…”.
En su época de estudiante fue un aventajado alumno de la Universidad de los Andes, Venezuela, donde obtiene los títulos de Farmacéutico (1961) y Médico Cirujano (1963), respectivamente. Seguidamente realiza su postgrado en la Universidad de Utah, Estados Unidos, donde recibe el grado de PhD en Bioquímica (1969). Durante ésta estancia en suelo norteamericano comienza allí su afición por coleccionar música argentina de raíz folklórica, siendo estimulado por sus compañeros de curso de ese país sureño. Al culminar sus estudios de postgrado, regresa a Venezuela trayendo en su valija musical todo aquel material grabado y lo incorpora a su colección personal. En 1973, se residencia en Barquisimeto con su familia e ingresa como docente a la Facultad de Medicina de la Universidad “Lisandro Alvarado”. Sería en ésta ciudad musical, donde acentúa su duende de coleccionista y, por otra parte, profundiza su afición de restaurar discos a través de equipos modernos apropiados que, poco a poco, va adquiriendo para lograr de esta manera, rescatar y actualizar, viejas grabaciones originales, muchas de ellas, pocos conocidas por el melómano común.
Para finales del siglo XX, su arsenal musical contaba con alrededor de 60.000 grabaciones, distribuidas en discos 78 rpm, LP, cintas de carrete, cassettes y CD, siendo conservado cuidadosamente en su famoso recinto melódico que él bautizó con el nombre de Peña “Tito Segura”, donde permanecen almacenadas solemnemente numerosas colecciones completas, entre ellas, la de: Billo’s Caracas Boys, Luis Alfonzo Larrain y su Orquesta, Los Torrealberos, Los Cantores del Trópico, Alfredo Sadel, Los Fronterizos, Lorenzo Herrera, padre, Alfredo de Angelis y su Orquesta y muchas otras más. De allí que no vacile en expresar: “Como coleccionista, siento un inmenso placer en conservar y restaurar la música que tengo y escucho. Me gusta compartir y disfrutar mi música con los demás. No soy un coleccionista frio ni pedante con lo que poseo. Soy un hombre sencillo, solemne y solidario a la hora de divulgar mi patrimonio…”
Mario Baptista Troconis, en su dilatada trayectoria como coleccionista a través del tiempo ha tenido la oportunidad de dialogar personalmente con renombradas figuras de la música popular venezolana y con destacados artistas internacionales. A lo anterior expuesto, hay que señalar que el inquieto Mario también ha incursionado con éxito en varios programas radiales crepusculares, tales como: El estudio de Mario (1983), por Radio Melodía y en la Historia Musical del Continente (1997) difundido en Radio Barquisimeto, dando a conocer a la colectividad, en forma pedagógica y amena, la música y su trayectoria de muchos artistas hispanos.
Escuchar y hablar sobre música popular con Mario Baptista Troconis, en su famosa peña musical de su residencia, siempre deja a los asistentes una inmensa satisfacción muy difícil de olvidar tanto por sus explicaciones sencillas y contundentes a la hora de responder, sin inmutarse, sobre determinada grabación que se le pregunte, como por la música que deliberadamente nos invita a oír en ese momento, haciendo que la animada reunión se transforme en una clase magistral de sabiduría musical que al final motiva a otros encuentros de fructífera bohemia. Mientras tanto, el dinámico Mario, desde el fondo de su corazón, seguirá pregonando. “Esto es vida, lo demás es life”
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