Por: Eduardo J. Díaz Ayala
C.I. 4.972.210
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Venezuela vive un momento crucial en lo político, económico, social,
alimentario, sanitario y de seguridad, en el que debería prevalecer una unidad
superior, sinceridad, franqueza, seriedad y por sobre todo la verdad de parte
de los que se jactan de llamarse líderes políticos en quienes muchos han
depositado su confianza. En lugar de ello hay en el ambiente una gran desesperanza,
frustración y rabia en aquellos que se sienten burlados por actores políticos a
los que el compromiso les quedó grande. Han sido años muy duros para los que
disienten del fracasado socialismo del siglo XXI el cual los chavistas
radicales pretenden hacer valer a trocha y mocha a pesar de tener al país
pasando por la peor crisis que jamás haya vivido.
Abusando de la Constitución y ejerciendo una tiranía democrática, el
ejecutivo y una cúpula del PSUV controlan el CNE, TSJ, Fiscalía, Contraloría,
Defensoría del Pueblo y recientemente a la AN a través del propio TSJ y hasta
la conciencia de 55 diputados oficialistas. Ante ello, la esperanza de millones
de ciudadanos se depositó en esa unidad de esfuerzos políticos congregada en la
MUD. Funcionó. El 6D de 2015 una gran mayoría harta de la crisis y clamando por
un cambio, logró una victoria aplastante y quedó claro que el PSUV en los
próximos meses no ganaría ni un reinado de ferias patronales.
En lugar de aprovechar esa inercia electoral favorable y hacer prevalecer una
necesaria unidad superior en la que se escucharan y tomaran en cuenta las
ideas, aportes, esfuerzos, energías y fuerza opositora que hoy tienen los
partidos de oposición, ciudadanos, colegios profesionales, estudiantes,
gremios, sociedad civil, sindicatos y asociaciones, fueron desestimados y las
decisiones en la llamada MUD han sido tomadas por los jerarcas de unos cuatro
partidos que han tenido oídos sordos con los otros integrantes. En el 2016
hemos estado sometidos al único protagonista y actor del show, el RR. Pero ante
la pregunta que muchos han hecho, ¿Qué pasaría si no hay RR en 2016?, las
respuestas son esquivas y simplemente se limitan a decir que si hay tiempo, que
el RR va, que debemos enfocarnos en su logro y por ese estilo. Ayer el CNE
finalmente hizo el anuncio de una muerte anunciada, el RR será en el primer
trimestre de 2017. Más aún Jorge Rodríguez ya anuncia que será difícil también
en el 2017. ¿Y ahora?
Estamos entrampados en los siguientes escenarios: 1) Si gana el SI, habrá
cambio de actor pero la obra será la misma; corrimos la arruga. 2) Si gana el
NO el régimen se mantiene. 3) Si los promotores del RR desisten de la idea del
RR sería inimaginable la pérdida de credibilidad y peso político que sufriría
la oposición ya fracturada. Maduro seguiría en el poder. 4) Ante el uso a
conveniencia que de la Constitución hacen los oficialistas, pudiera suceder que
el mismo gobierno insista en llevar a cabo el RR aprovechando el descontento
opositor y poca intención de voto y pudieran convertir el RR en un gran triunfo
político con un NO, Maduro fortalecido y luego enfilando esa inercia electoral
hacia la elección de gobernadores y alcaldes. Catastrófico.
Otra vez, ¿Y ahora qué? ¿Tendrá la MUD el magnetismo y credibilidad para
convocar a más marchas y protestas a los que creyeron en un RR en 2016? ¿Qué
explicación o plan B darán? ¿Tendrán la humildad necesaria para dejar a un lado
intereses partidistas y personales y reconocer la necesidad de involucrarse en
una unidad superior de la cual vendrá la fuerza necesaria para escribir la
nueva historia de nuestro país? Las próximas horas y días son cruciales. No
dejo de repetir que cada vez me convenzo más de que María Corina Machado tenía
razón.
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