Por: Héctor Camacho Aular.
El oficio de sastre desde hace mucho tiempo desfila, con elegancia y distinción, por los archivos multicolores revolucionarios de las telas y sus transformaciones, de sus talleres mágicos han salido innumerables trajes confeccionados a la medida exacta de cada cliente, en armoniosa convergencia con la moda de la época.
En el estado Yaracuy, según nos narra Nicolás Perazzo en su libro Historia del Estado Yaracuy en el capítulo II, referente a las primeras fundaciones ocurridas en la región yaracuyana en los siglos XVI y XVII, nos revela que entre sus pobladores había varios artesanos dedicados al oficio de sastre. Así tenemos que en el año de 1710, los vecinos de San Jerónimo de Cocorote contaban con los servicios de los sastres: Juan de Aponte y Andrés Yánez. Más adelante, en el censo de 1717 ordenado por el Gobernador de Barquisimeto don Marcos Betancourt y Castro al Alcalde de Barquisimeto don Santiago de la Parra y éste, al capitán don Santiago de la Torre, figuran entre los habitantes de la margen derecha del Yurubí y el Cerrito, los oficiales de sastre: Pablo Martínez y José Ramírez. En ese mismo censo, resalta entre los vecinos del Valle de Tamanavare la presencia del sastre Marcos Jirón y en los censados de Mampostal, la del oficial de sastre Diego de la Cruz
En los primeros años del siglo XX, eran muy renombrados en la ciudad de San Felipe, los sastres Raimundo Arteaga y Pedro Alvarado S, quienes publicitaban sus servicios en el semanario yaracuyano Recortes, del año 1909. Más adelante, el pueblo fue enterándose poco a poco de la existencia de otros competentes sastres, teniendo la mayoría de ellos su sitio de trabajo en su casa de habitación y otros en las sastrerías de su propiedad. De ese lujoso desfile de sastres sanfelipeños de todos los tiempos se recuerdan, con orgullo y admiración a: Higinio Pereira, Efraín Guevara, Adolfo Pereira, Ramón Tovar, Manuel Aponte, Enrique Centeno, Andrés González, Carlos Pérez, Martín Aponte, Gonzalo Lozada, Juan Salom, Alejandro Quintero, Rafael Páez, Rafael (Chelo) Sánchez González y muchos otros, así como también, a un grupo selecto de damas sanfelipeñas, entre ellas figuran: María Mujica, María de Galeno, Ana Jacinta Abarca, Magdalena Maya, Ana de Pérez Montilla, Amarilis Ramírez, entre otras, quienes también se dedicaban a la confección de trajes y liquiliques para caballeros y en especial para niños, los cuales lucían en la primera comunión, cumpleaños y otras celebraciones.
Por los años treinta eran muy renombradas en San Felipe, las sastrerías: Vuelvan Caras, de Venancio Wadskier y La Napolitana, del griego Papandreus. Además el pueblo contaba con los servicios de la Sastrería Popular, ubicada en la 6ta avenida entre las calles 14 y 15, propiedad de Napoleón (El Loro) Martínez; fue también famosa La Moda al Día, de Efraín Guevara, en la esquina de la calle 9 con avenida 7 y la señorial Sastrería Caracas, atendida por Ramón Tovar, en la 5ta avenida entre las calles 16 y 17. En todas ellas se confeccionaban trajes con gusto y maestría en el arte, inspirados en los figurines de moda de la época, de igual manera los famosos liquiliquis. Para entonces, las telas favoritas eran: gabardina, casimir inglés, dril inglés y el renombrado lino 100.
A mediados de la década del cincuenta, la ciudad sanfelipeña contaba con la famosa Sastrería Venezuela, de Manuel Aponte, en la 4ta avenida entre las calles 18 y 19. También por esos años era muy recomendada la Sastrería González del legendario Andrés González “El Sastre de San Felipe”, quien confeccionaba finos trajes y liquiliquis para su gran clientela y además elaboraba los llamativos uniformes de la Banda Musical del estado Yaracuy. Es en ésta década cuando llegan a la ciudad formalmente los primeros sastres italianos con su fino arte, aprendido en su tierra de origen, para montar su centro de operaciones a lo largo de la 5ta avenida sanfelipeña y sus alrededores. De esa época romántica resaltan las sastrerías italianas: Ital Moda (Giuseppe Di Egidio), Passaro (Miguel Passaro, Antonio Patermo, Giuseppe Bonsignore), Aurora (Vincenzo Gabriele), Popular (Antonio Molitermo), Napoli (Giuseppe La Vechia), La Elegancia (Bertino Di Pietro), Roma (Pascuale Caravelli), A. Caravelli (Antonio Caravelli), éstas dos últimas ubicadas en las inmediaciones de la redoma de la 2da avenida; Yevoli (Antonio Ievoli), en la esquina de la calle 11 con 6ta avenida y la atractiva Sastrería Paris, ubicada en la avenida La Patria entre 5ta y 6ta avenida, atendida por el músico sastre Miguel Ponente, ejecutante del fiscorno sopranino en la Banda Musical del estado Yaracuy, y trompetista director del famoso Combo “ Los Latinos”, quien además confeccionaba los vistosos trajes de ésta agrupación. Además ejercieron su arte en la ciudad con distinción: Benito Peluso, Antonio Palumbo, Fulvio Caravelli, Antonio Miraglia, Giacomo Strazzeri entre otros.
A partir de los años ochenta, la satisfacción y emoción de lucir un flux hecho a la medida por un sastre sanfelipeño comienza a derrumbarse como consecuencia de la aparición de marcas patentadas de fábrica respaldadas por la publicidad avasallante. Atrás quedaría, para la historia, la costumbre de mandar a confeccionar un traje en una sastrería donde el cliente tenía la oportunidad de escoger el tipo y color de su preferencia, tomarse las medidas exactas con el sastre para luego esperar ansiosamente la entrega de su flux, y poder estrenarlo con orgullo y coquetería. Aún así, los sastres y sastrerías sanfelipeñas forman parte de nuestro patrimonio cultural artesanal.
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