COMUNICADO
Queridos compañeros y amigos, la situación general de nuestro país va de
mal en peor. Nuevas variables económicas, sociales, políticas,
institucionales e internacionales obligan a actualizar el diagnóstico de
carencias y conflictos que conviven como entidad inseparable. En
consecuencia, rediseñar las propuestas que hemos estado trabajando en el
marco de “Soluciones para Venezuela” es también prioritario y urgente.
Este mismo mes de febrero debemos reunirnos para abordar estos asuntos.
Sin embargo, les presento estas breves líneas a propósito de la
convocatoria que desde el poder se hizo ayer 21 de febrero a elecciones
de concejales, diputados a los Consejos Legislativos y diputados a la
Asamblea Nacional. Desde hace tiempo han estado abiertos dos cursos de
acción política opositora. Por una parte, quienes sostienen que el
agravamiento de la crisis es una necesidad y por la otra, quienes desde
terreno más áspero y exigente hemos sostenido que los venezolanos
estamos obligados a actuar de consuno para resolver la crisis.
Quienes
sostienen la bandera del agravamiento de la crisis han dominado la
escena en los últimos años y su llamado ha gozado de la atención de un
país capturado por el lenguaje de la emergencia, de la urgencia del
cambio, habida cuenta del hartazgo de la población con un desgobierno
que ha destruido casi todo. Ofrecer que “todo cambiará mañana mismo” ha
sido un mensaje seductor, pero falso y además inconveniente porque esa
salida abrupta no es posible sin la violencia y mortandad que le
acompañaría. Los promotores del agravamiento de la crisis se han
afincado en la abstención como elemento de ruptura y con ello no sólo
han puesto en el otro extremo al gobierno que pretenden desbancar sino
que tratan como herejes, merecedores de los más bajos epítetos, a
quienes osen plantear vías electorales que desde la óptica de ellos son
propias de vendidos al gobierno, colaboracionistas y traidores a la
causa del cambio que sólo entienden desde sus personales parámetros.
No
estoy seguro de la capacidad de convocatoria de los promotores de la
abstención pero su capacidad de perturbación es muy alta. A un país
hastiado del desgobierno, comiendo de la basura y muriendo en las
puertas de los hospitales sin ser atendido debidamente, le plantean que
nada que venga de ese gobierno es bueno, mucho menos las elecciones
organizadas por este Consejo Nacional Electoral. Nosotros, desde otro
ángulo y otro lenguaje, sostenemos que el descontento ha alcanzado
niveles altísimos, casi de unanimidad, al igual que la conciencia
ciudadana sobre la necesidad del cambio político y por eso estamos
convencidos que si todos acudimos a votar nuestra presencia será
holgadamente mayor que el mercado de votos cautivos del gobierno, el
cual no ha podido pasar de seis millones de votantes de un total de
diecinueve millones y medio de electores registrados. Somos mayoría y
podemos ganar si acudimos a las mesas de votación, tal como ocurrió en
diciembre de 2015 con motivo de las elecciones de la Asamblea Nacional.
En ese contexto de defensa del voto, en contra de la inconveniente
fantasía de una salida abrupta, presenté a consideración de los
venezolanos mi candidatura presidencial como la búsqueda de una opción
unitaria. Y por eso propuse elecciones primarias para alcanzar un
candidato unitario que enfrentara los abusos ilimitados del poder que
hoy nos somete. Con el tiempo, diferentes referentes del mundo político
se han plegado al llamado a no participar, formulado por los promotores
de la abstención. Así lo hizo Voluntad Popular. Después Primero
Justicia, aunque su líder Julio Borges fue el adalid de “resolver la
crisis” mediante las sesiones de diálogo o negociación celebradas en
República Dominicana. Más tarde, no obstante el compás de espera que
abrieron para el análisis y una demostrada prudencia, también se sumó
Acción Democrática. Un Nuevo Tiempo concluyó en la misma decisión. A
esos factores políticos siguieron la Conferencia Episcopal, los Rectores
de nuestras universidades, asociaciones empresariales de mucha seriedad
como Conindustria.
En fin, la colcha sobre la cual hay que bordar la
candidatura unitaria que habíamos planteado se fue encogiendo de manera
acelerada hasta el punto que una candidatura hoy podría ser el fruto de
una alianza bien intencionada pero ya no con “capacidad unitaria
nacional” para generar el cambio que andamos buscando y con el que
estamos comprometidos. Hemos puesto empeño y desprendido esfuerzo para
evitarle al país salidas violentas y para amalgamar el cambio con el
cemento de las voluntades de los ciudadanos expresadas en el voto de
manera pacífica. Sin embargo, las circunstancias nos han sobrepasado. A
esto se agrega que el gobierno en su incurable conducta abusiva ha
convocado elecciones para desconocer la legítima Asamblea Nacional y
pretende que dicha convocatoria sea una condición para la celebración de
la elección presidencial que creemos procedente. Además, ante la
incapacidad de convocar a los ciudadanos para respaldar a Maduro,
decretan elecciones de concejales y diputados a los Consejos
Legislativos tratando así de concitar las justas aspiraciones de líderes
locales para darles una razón para participar que no la encuentran en
la convocatoria de respaldo a Maduro. Todo es un engaño.
Dadas estas
circunstancias de inviabilidad de lograr una candidatura realmente
unitaria y dado que no es nuestra tesis la de presentar una candidatura
simbólica ni tampoco usar esta coyuntura electoral simplemente para
promover un referente opositor y ganar espacio frente a otros, he
considerado que perdió sentido la presentación de mi candidatura.
Esfuerzos grandes tendremos que hacer para salvar lo que podamos de
tolerancia y cohabitación políticas en esta hora cuando los extremos
parecieran no tener escrúpulos para hacer de las suyas con tal de buscar
adherentes en medio de la polarización. Esfuerzos por igual habrá que
hacer para recuperar la institución del voto en un momento cuando se han
empeñado desde diferentes tribunas en presentarlo como inútil. Día a
día tendremos que seguir entregados a contribuir a la recuperación del
país. No desmayaremos en ese compromiso vital.
Reciban la reiteración de
mi gratitud por vuestra entrega tantas veces puesta a prueba en
apartados caseríos y barriadas populares, en sindicatos y universidades,
en la calle y en los medios, al igual que en el paciente y callado
trabajo del día a día para contribuir con la transformación del país.
¡Gracias siempre y fuerza para seguir labrando el camino del cambio en
paz y en democracia!
Un abrazo fraternal.
Claudio Fermín
Caracas, 22 de febrero
de 2018.
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