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domingo, 6 de enero de 2019

El radio pelotero

Radios antiguas: RADIO SANYO CANTINO 10F-821N AÑO 1968 - Foto 1 - 94946243
Fuente: https://www.todocoleccion.net/radios-transistores/radio-sanyo-cantino-10f-821n-ano-1968~x94946243#sobre_el_lote
   En el año de 1968, el equipo de beisbol aficionado del estado Yaracuy participa exitosamente en los Juegos Deportivos Nacionales, realizados  en la ciudad de Maracaibo. Dicha selección estuvo integrada por experimentados jugadores quienes lograron pasar  a la ronda final del certamen. Una semana antes de emprender el viaje hacia la capital zuliana, Pedro Manuel, padre del torpedero Esteban “Planchón” Garrido, le regala a éste, un novedoso radio transistor azul marca Sanyo, adquirido  en la empresa sanfelipeña  El Palacio Eléctrico, de J. A Reyes Blanco llamando a su teléfono No. 2256. Mientras tanto, su dinámica madre Antonia Celestina se encargó de prepararle la maleta con la ropa que llevaría para el evento incluyéndole además  un frasco de colonia Yardley, brillantina Muroline y tres pilas para el radio.

   El día de la partida del equipo, desde que salió el autobús de San Felipe hasta la llegada al puente sobre el lago de Maracaibo, el inquieto “Planchón” mantuvo encendido su radio, a todo volumen, por todo el trayecto. En vano fueron los llamados de atención, tanto de los peloteros como del chófer, para que apagara el receptor. Finalmente, cuando llegaron al hospedaje asignado a la delegación, lo primero que hizo el pelotero fue ponerle  pilas nuevas a su mimado radio portátil para luego escuchar música hasta el amanecer, lo que motivó fuertes protestas de las otras delegaciones que allí también se alojaban.

   Una semana después, el aguerrido equipo yaracuyano se enfrentaría a la poderosa novena de Miranda, para decidir el pase a la ronda final. Apenas empezó el partido, comenzó a escucharse en la cueva de Yaracuy música vallenata, a todo volumen, en el pequeño radio azul portátil hasta el extremo de que el umpire principal, en el cuarto inning, tuvo que detener el juego para  llamarle la atención enérgicamente al manager de Yaracuy, advirtiéndole que de continuar dicha bulla distractora, proclamaría vencedor al otro equipo. Mientras tanto, uno de los  aficionados que  observaba el reclamo en las gradas, gritaba, a todo pulmón: “Vergación, no aguanto el oído, apaguen ese radio”.

   Al día siguiente, la delegación tuvo un merecido descanso, el cual aprovecharon los peloteros  para visitar Lagunillas, siendo alojados en una casa de playa, propiedad de un familiar del serpentinero yaracuyano Oroño, donde estarían hasta el atardecer disfrutando de un reconfortante baño playero acompañado  de varias botellas de anís Cadena, suavizado con agua de coco y escuchando la música que salía del  diminuto radio pelotero.

   De regreso a la concentración, justo cuando pasaban por la mitad del puente sobre el lago de Maracaibo, al talentoso jardinero y bateador Franklin Longobardi se le ocurrió lanzar, sin previo aviso, hacia las extensas aguas del lago petrolero al consentido radio de “Planchón”. Lo último que se escuchó  en el famoso transistor fue: “Y la bola se va, se va y se fue…que molleja de batazo”.

   De aquel inolvidable acontecimiento apenas han transcurrido cincuenta años-sin embargo- “Planchón” sentado en su silla playera, no pierde la esperanza de recuperar su consentido  radio transistor azul marca Sanyo, para colocárle de inmediato una pila nueva.

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