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miércoles, 23 de octubre de 2024

ALDEMARO ROMERO Y SU NIÑEZ EN LA CIUDAD SAN FELIPE

Por: Héctor Camacho Aular-. La vida, a su paso por el teatro inolvidable de la infancia, siempre deja en los seres humanos una estela imborrable de gratos recuerdos vividos que al evocarlos apasionan tanto a los actores de esa experiencia como al público deseoso de conocer esas ingenuas andanzas, sobre todo, cuando el niño protagonista las ha vivido con pasión en dos lugares distintos. Esas actuaciones, por demás puras e ingenuas, desarrolladas en su primera revolución emotiva marcarán, con toda seguridad, los rasgos definitivos de su personalidad adulta. Tal es el caso de Aldemaro Romero, quién vivió los primeros años de su infancia en Valencia, su ciudad natal y el resto de esa etapa de crecimiento en San Felipe, estado Yaracuy.


Este renombrado personaje nació en Valencia, estado Carabobo, el 12 de marzo de 1928, en el Cerro del Zamuro, calle Anzoátegui Nº 24, de la parroquia La Pastora, de esa capital. Hijo dilecto de doña Luisa Zerpa y Rafael Romero. Su padre fue un experimentado músico, guitarrista y director musical de varias bandas rurales, así como también, de orquestas de teatro y de zarzuelas. Además animaba con su grupo musical, en el cine Mundial de Valencia, los esperados entreactos que se realizaban en las exhibiciones de las películas mudas.


Desde muy niño, Aldemaro Romero tuvo una manifiesta inclinación por el mundo de la música, con la dicha de tener como tutor a su padre, quién le daría los primeros conocimientos en ese arte y, de paso, le enseñaría a tocar la guitarra con habilidad y destreza. Para el año de 1938, el presidente del estado Yaracuy, Dr. Luís Felipe López, nombra a su padre Rafael Romero, director de la Banda Musical del estado de esa entidad, cargo que ejercería hasta finales de l941. Esta nueva responsabilidad musical lo obliga a residenciarse con toda su familia en la ciudad de San Felipe, fijando su domicilio inicial en una casa ubicada en la calle 8 entre las avenidas 8 y 9. Allí tendrá entre sus pertenencias un piano que había adquirido para su hija mayor Rosalía pero será el inquieto Aldemaro  quién aprovechará la ocasión para aprender a tocar, por oído, varias piezas populares venezolanas.


Al poco tiempo, ingresa a la escuela primaria “Padre Delgado”, situada, para entonces, en la esquina de la 5ta avenida con calle 15, donde participa, con éxito y dedicación, en los actos culturales que  realizaba la institución todos los sábados en horas de la mañana. Allí, el niño Aldemaro, acostumbraba presentarse ante el público, luciendo su llamativo uniforme de camisa manga corta, pantalón poncho y medias muy largas, para cantar acompañado de su guitarra los grandes éxitos del momento, destacándose su vocalización del bolero mexicano Relámpago, original de Chucho Martínez Gil: “…Relámpago furia del cielo/ que has de llevarte mi anhelo / adonde no vuelva más /dile que la quiero mucho /que cuando su nombre escucho/ me dan ganas de llorar..”/ . Además era integrante del dueto Guevara y Romero, junto a Efraín Guevara Iglesias, quienes interpretaban música popular caribeña a la concurrencia.


En las vacaciones escolares de agosto, el inquieto Aldemaro, formó parte también del circo infantil Yara, el cual tenía como integrantes a: Ernesto Brandt Torrellas, Manolo Puche y René Rojas Lucambio (equilibristas), Andrés Carrera, Arturo Ojeda Parra y Antonio María Romero (payasos), “el blackman yaracuyano” Jesús “Chucho” Morales Urbano,en el rol de fakir y el dueto musical Guevara y Romero, mencionado anteriormente y además de tener  como portero del evento a  Jeremías Sánchez. Sus ingeniosas presentaciones  las realizaban en el  espacioso solar, propiedad de don Manuel Esteban Puche, ubicado en la calle 9 justo al frente de la Plaza Bolívar de la ciudad.


Durante su estadía en San Felipe, Aldemaro Romero tuvo la oportunidad de compartir juegos, excursiones, tertulias, música y serenatas con muchos amigos, entre ellos Edgar Sanz Amair, Tiberio Longobardi, Henrique Tirado Reyes, Oscar Sanz Amair, René Rojas Lucambio, Francisco José Sequera y muchos otros. En 1942, su familia se residencia definitivamente en Caracas, ocasión que aprovecha para dedicarse por entero a la música adquiriendo, años después, fama nacional e internacional producto de su incansable trabajo tanto en el campo de la música popular como en la académica.


Catorce años después de su partida de la ciudad sanfelipeña, en un gesto de profundo reconocimiento a la tierra que lo cobijó en los años cinéticos de su infancia, grabó con su orquesta los célebres valses yaracuyanos: Visión porteña (Pedro Pablo Caldera) incluido en el L.P “Criollísima. Aldemaro Romero y su Orquesta de Salón” (RCA Víctor LPA-1001. Año1956) y Morir es Nacer (Rafael Andrade), el cual formó parte del LP “Venezuela. Aldemaro Romero and his Salon Orchestra” (RCA Víctor LPM-1315.Año 1956).

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