Por: Héctor Camacho Aular.
En el desarrollo de la historia del béisbol aficionado yaracuyano, en especial, en la categoría doble A del pasado Siglo XX, han participado a través del tiempo un número de jugadores privilegiados que en su desempeño dejaron abierta la ventana de la fama con el propósito de mantener fresca sus hazañas, títulos y promedios, para la memoria dinámica de las nuevas generaciones amantes de éste deporte, así como también, servir de ejemplo a la fanaticada divulgadora de sus proezas.
Uno de estos distinguidos personajes es Franklin Longobardi, quién nació en San Felipe, el 13 de junio de 1944. Sus inicios en la pelota doble A se remontan a la década de los años sesenta del siglo pasado. Debuta oficialmente, en esa categoría, con el equipo Sandino de Guama, bajo la dirección de Elbano Miralles, recibiendo sus primeros prácticas bajo la tutela del marabino Darío Rubinstein, en el año de 1963. El ansiado primer hit se lo da en un encuentro de su novena contra Caribes de Marín, al pitcher Juan Neazoa. Luego, en 1967, se integraría al equipo sanfelipeño Turpiales. Al año siguiente, forma parte de la selección de beisbol de Yaracuy, con la cual asistirá a los Juegos Nacionales Zulia, 1968.
Un año después, vuelve a formar parte del equipo yaracuyano, ésta vez, para estar presente en el Campeonato Nacional de Beisbol, Bolívar 1969. En dicho certamen, el equipo de Yaracuy obtiene un honroso cuarto lugar y, de paso, su extraordinario rendimiento lo llevan a coronarse campeón bate, con el astronómico promedio de 519, además de titularse como el mejor jardinero del evento. Como dato curioso, estos codiciados trofeos nunca fueron entregados a su persona, por los organizadores del certamen, según lo refiere Gilberto Tovar, en su libro “De los caminos polvorientos al estadio” (p.139).
En 1971, es seleccionado para integrar la selección amateur de Venezuela, para participar en los Juegos Panamericanos, a realizarse en Cali, Colombia. Ese mismo año, participa también con la novena venezolana en la I Serie del Caribe de Beisbol Amateur, efectuada en Puerto Rico. Siete años después, es nuevamente seleccionado por el equipo de beisbol de Yaracuy, para asistir a los Juegos Nacionales Táchira 1978, donde logra obtener dos trofeos: el primero, como campeón jonronero y, el segundo, al mejor jardinero del certamen. En el año de 1980, en las postrimerías de su carrera en el beisbol amateur, ingresa finalmente al aguerrido equipo Industriales de Chivacoa.
Franklin Longobardi fue un pelotero extrovertido en el terreno de juego tanto en la ofensiva como en la defensiva. Muchos fueron sus batazos extrabases que contribuyeron a las grandes victorias de su equipo. Por otra parte, su habilidad en los jardines fue caldo de cultivo para realizar extraordinarias atrapadas, las cuales fueron siempre celebradas ruidosamente por el público asistente en las tribunas del estadio. De allí que el recordado analista deportivo Raúl Gutiérrez Hurtado, no vacile en opinar sobre el desarrollo de la carrera deportiva de éste yaracuyano, al afirmar que: “Él lo tenía todo. Bateador de promedio pero con poder, excelente guante y un brazo educado, amén de cubrir bastante terreno. En el béisbol de nuestro estado, no he visto nadie mejor”.
Saludos, excelente enfoque ! Para los que lo vimos jugar constituyó una gran satisfacción por su depurada técnica, su responsabilidad y disciplina. Sin duda un grande del beisbol
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