Fortalecer la economía cultural del país a través
del estímulo y la profesionalización de los saberes de los diferentes oficios
artesanales fue el objetivo del I Diplomado en Formación de Facilitadores en
Producción Artesanal, organizado por el Ministerio del Poder Popular para la
Cultura, que culminó con éxito este miércoles.
Dicho plan de formación, que se inició el 19 de
febrero de este año y se extendió por más de tres meses, tuvo lugar en la Universidad
Nacional Experimental Simón Rodríguez (Unesr), ubicada en la capital
venezolana, donde alrededor de 27 participantes compartieron sus experiencias y
nutrieron sus conocimientos sobre esta área.
“Este diplomado nos ha ayudado mucho en nuestra formación.
Nos ha enseñado a compartir y nos ha hecho entender que los artesanos somos los
futuros productores de esta nueva Venezuela que se está formando con la
Revolución Bolivariana”, comentó el señor Alfredo García, dedicado desde su
infancia a la creación de instrumentos musicales con madera.
Para García el artesano es una persona
autosuficiente e innovadora que tiene la capacidad de construir con sus propias
manos las herramientas necesarias para su trabajo, cualidad que considera
importante transmitir a los demás venezolanos.
“Al momento de construir muchas de las piezas que
tengo, no tenía herramientas para hacerlas y yo mismo las he confeccionado para
poder trabajar. Eso es ser un artesano, solucionar e improvisar ante las
carencias. Las sillas de mi casa las hice yo e, incluso, mi bastón lo hice con
mis propias manos”, agregó.
El diplomado estuvo compuesto por ocho módulos, que
abarcaron la visión del artesano como ser humano creador de haceres y saberes,
la ética y valores eco-socialistas, su arraigo histórico-tradicional-autóctono,
el marco legal y la visión de crear un sujeto que además de producir un bien
artesanal lo realice con calidad de exportación y la evaluación de los
aprendizajes y socialización de los resultados.
Este cierre académico estuvo amenizado por la
presentación musical de los niños de la coral de la Escuela Básica Los
Naranjos, así como de una muestra artesanal donde se expusieron las creaciones
de cada uno de los participantes.
Oficio reivindicado
Douglas Gatters, artesano en talla de madera y
repujado en metales, proveniente de Guacara, estado Carabobo, recordó que antes
de la llegada de la Revolución Bolivariana los artesanos no contaban con ningún
tipo de apoyo, motivo por el cual este gremio comenzó la lucha imbatible por la
defensa de sus derechos.
“Hoy en día, gracias al sistema que implementó el
comandante Hugo Chávez, se nos reconoce a nosotros como artistas, como
creadores. Se nos dio la oportunidad de visibilizarnos y de darnos a conocer a
través de lo que nosotros hacemos, que es nuestro trabajo manual y creativo”,
expresó.
Destacó que, ante la coyuntura económica que
enfrenta el país, el artesano tiene un papel fundamental en el proceso
productivo y social de la nación, pues además de su talento para crear
productos pese a las adversidades y los pocos recursos, tiene la enorme
responsabilidad de tocar la sensibilidad de los venezolanos para
concientizarlos.
“Dado los beneficios sociales que hemos logrado en
estos últimos 17 años, yo creo que debemos trabajar para concientizar, para
sensibilizar al ciudadano. Considero que la conciencia ciudadana
lamentablemente aún está dormida, podemos ayudar a resolver esta situación
económica mediante la conciencia y el acompañarnos y respaldarnos unos a
otros”, manifestó.
Dedicado desde hace más de 25 años al área
artesanal, para Douglas este diplomado permitió reconocer la necesidad de la
profesionalización de este oficio, además del compromiso de cada creador de
llevar sus conocimientos a todo el pueblo.
“Somos artistas cuyas piezas pueden llegar a salir
fuera del país, pero sólo si nosotros le damos una estética que pueda elevar la
calidad de nuestros productos para competir con otros artesanos en el mundo.
Necesitamos subir cada vez más las exigencias que nos pide el mercado cultural
y ahora que contamos con la titularidad de facilitadores de un proceso
artesanal tenemos el compromiso de salir de acá a multiplicar nuestros
conocimientos”, manifestó.
Sustento de vida
La artesana Katerin Rojas, mejor conocida como Naty,
de 32 años de edad, aseveró que gracias a su trabajo artesanal con el
reciclaje, el cuarzo y los metales, ha podido obtener el sustento necesario
para vivir y mantener a sus dos hijos.
Hace 9 años se retiró de una empresa privada para
dedicarse a lo que realmente le gusta, la artesanía, y desde entonces confiesa
que su constancia y perseverancia en este oficio ha rendido excelentes frutos.
“Yo viví arrimada toda mi vida, hasta los 21 años
que me dediqué por completo a la artesanía, con el dinero que obtuve por mi
trabajo compré el terreno para mi casa. Algo que no me dio una compañía lo
logré vendiendo artesanía y hoy en día no sólo ya tengo mi casa, sino que estoy
construyendo mi taller en el mismo espacio”, explicó.
Señaló que este arte además ha afianzado los lazos
con su madre, pues durante muchos años había sido objeto de rechazo en su
propio núcleo familiar. “La artesanía me ha dado mucho, creo que hasta que mi
familia me valore un poco más, porque como todos son muy estudiados y para la
sociedad el artesano es un loco, siempre fui excluida”, agregó.
En este sentido, resaltó que este gremio se ha
ganado el respeto por su resistencia ante tanta represión de la cual han sido
victimas los creadores desde décadas atrás, al ser considerados como un factor
de anarquía y rebeldía para la sociedad.
“Mis hijos están orgullosos de lo que yo hago,
hablan de mí como la mujer maravilla. La artesanía es mi vida y cada día le doy
gracias a Dios porque me puso una pinza en mi camino, porque gracias a eso he construido
mi vida”, resaltó.
Cultura de trabajo y educación
El educador y artesano Javier Gómez, de 70 años de
edad, considera necesario fomentar en el pueblo venezolano una cultura de
trabajo y una política educativa que contribuya al desarrollo del país a través
de la producción.
Para ello resaltó la importancia de profundizar en
la formación de los ciudadanos pues, desde su perspectiva, es fundamental la
concientización acerca del proceso bolivariano para la defensa de la
revolución.
“Si queremos defender el proceso revolucionario
tenemos que formar a la gente. Hay que producir, hay que trabajar, hay que
trasformar la materia prima y crear bienes de consumo”, consideró.
Gómez calificó este proceso de formación de tres
meses como una reivindicación a la imagen del artesano y un reconocimiento a su
trabajo, que espera pueda ser multiplicado en todo el territorio nacional.
“Cuando uno anda en la calle, la gente ve un
artesano y dice que es un drogadicto, porque es lo que nos han enseñado, pero
resulta que nadie pensó que un artesano podía ser un grupo de gente que piensa,
que escribe, que analiza, que critica, que sufre y que tiene visión de futuro”,
señaló.
Juventud artesana
El trabajo de la artesanía también es un oficio que
los jóvenes pueden emprender y así lo demuestra Jonathan Jiménez, encalador de
metales, madera y otros materiales, quien a sus 25 años de edad se ha entregado
por completo al mundo del arte.
“La artesanía me ha ayudado a independizarme.
Después de tantos trabajos, me di cuenta de que el humano vale más que un
sistema que nos controla, nosotros no tenemos porqué ser controlados”, señaló.
Para este joven creador resulta imperante fomentar
el aprecio y el respeto por este noble oficio en los niños desde muy pequeños,
pues considera que sólo así se puede profundizar el arraigo de la artesanía en
el acervo cultural venezolano.
“Quizás en los jóvenes de mi edad es más difícil
hacerles entender la importancia del arte, creo que el problema debemos
solucionarlo de raíz, enseñando a los chamos desde las escuelas, para hacerlos
entender que la artesanía es un mundo mágico, un mundo en el cual se pueden
sentir libres. Tenemos que enseñarles que las cosas no sólo hay que comprarlas
sino que podemos hacerlas. Somos capaces de hacer un mundo nuevo”, enfatizó.
Con respecto al diplomado, indicó que mediante esta
experiencia aprendió a crecer como creador, a organizarse, a reconocerse como
punta de lanza para estos nuevos procesos educativos y a articular su
producción con el sistema económico del país.
“Somos productores, porque nuestra creatividad se
activa con el material que consigamos y si partimos de esto podremos avanzar
con el país en un proceso productivo”, explicó.
Labor gratificante
La señora Rosario Castillo, quien llegó de Colombia
a tierras venezolanas hace casi tres décadas, destacó que el trabajo de
formación artesanal que ha realizado en comunidades de bajos recursos ha sido
su labor más gratificante como artesana, pues a pesar de las adversidades de
estos sectores, ha podido transmitir sus conocimientos y motivar a las personas
a trabajar.
Experta en la técnica del macramé y la mostacilla,
recuerda que con la creación de la Gran Misión Vivienda Venezuela, en 2011, el
comandante Hugo Chávez Frías creo escuelas de artes para los refugiados, en las
cuales ella participó. “Me costó la adaptación pero lo logré y para mí fue un
trabajo muy enriquecedor”, indicó.
“Hay artesanos a quienes lo que les gusta es
cobrar, pero a mí me gusta hacer labor social en los barrios. El hecho de enseñar
me encanta, llevo 20 años haciéndolo y lo hago con gusto. Tengo alumnos de
todas las edades”, comentó.
Inclusive, Rosario ha dado clases y talleres en
asilos, cárceles, barriadas y centro de rehabilitación para jóvenes con malos
hábitos. “Siempre que aprendo algo, busco la manera de cómo enseñarlo a los
demás, porque lo mío es eso, enseñar”, agregó.
A sus 50 años no se arrepiente de haber escogido
este oficio para toda su vida, pues gracias a su creatividad y a sus manos ha
podido vivir en buenas condiciones. “Empecé a hacer artesanía desde los 15
años, ya tengo 50. Con la artesanía he vivido y vivido bien. Soy artesana y me
moriré siéndolo”, puntualizó.
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