Esteban "Planchón" Garrido |
Por: Héctor "Tico" Camacho Aular.
En ocasión de celebrarse en la ciudad de
Maracaibo los Juegos Deportivos Nacionales, a la selección de beisbol de
Yaracuy le tocó alojarse en las habilitadas instalaciones del Liceo “Rafael
María Baralt”, conjuntamente con la novena de Lara. En el día de descanso de
ambos equipos, el inquieto yaracuyano Esteban logró escaparse de dicha
concentración en horas de la noche, para irse a parrandear hasta altas horas de
la madrugada con su amigo Benito Ramírez, integrante estrella de la selección
de básquet de Carabobo. Muy temprano en la mañana del día siguiente, sus
compañeros de equipo comenzaron a balancear rápidamente la litera donde dormía.
Cuando al fin Esteban pudo abrir los ojos se encontró con la sorpresa de estar
rodeado de militares quienes custodiaban la presencia del Presidente de la
República de Venezuela, doctor Rafael Caldera. Fue entonces cuando por su asustada mente
surgió la interrogante: ¿Estoy soñando o lo que tomé anoche estaba “puyao”? Enseguida
se le acercó la majestad presidencial para decirle en tono sonriente: “Paisano,
no se ha visto en el espejo ésta mañana”. Después pasaría a saludar a cada uno de los integrantes de las
dos delegaciones presentes allí para salir luego a toda prisa del recinto. Por
su parte, el sorprendido Esteban corrió inmediatamente hacia el baño pasando en
su largo recorrido justamente por el comedor donde estaban desayunando todos
los peloteros que al verlo soltaron una gran carcajada en estéreo. Al llegar al
baño se miró en el espejo y notó, con
asombro, que sus labios estaban pintados de rojo pasión, tenía unas pestañas
postizas enormes y unas cejas luminosas muy bien delineadas de color amarillo
intenso además, mucho polvo cremoso brillante en la cara. Su rostro maquillado
parecía al de una bailarina del famoso Moulin Rouge, de París.
Un año después, Esteban volvió a encontrarse
con el doctor Caldera, ésta vez sería en San Felipe en el Gimnasio “Nicolás
Ojeda Parra”, en un acto ofrecido para exaltar las glorias del deporte
yaracuyano, donde por cierto fue
condecorado dos veces por el ciudadano Presidente de la República, quién al
felicitarlo le dijo en voz baja: “Garrido, averiguaste por fin quienes fueron
los autores de la graciecita en Maracaibo”.
Finalmente todo el mundo supo, según testimonio del propio agraviado, que los
autores de la comentada ocurrencia habían
sido sus dos amigos peloteros del equipo
de Lara: el lanzador Blas Polanco y el toletero “Chemeco” Torres. Al primero de
ellos, Esteban le puso un cable pelao con corriente en la litera donde dormía
y, al segundo, le cortó el pantalón del uniforme en pedacitos para que no
pudiera jugar en los próximos encuentros del certamen.
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