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martes, 24 de abril de 2018

El boxeador destronado


Por: Héctor Camacho Aular.

Esteban Garrido.
Han transcurrido sesenta años y aún Esteban mantiene viva la esperanza de volver a montar su bicicleta negra Rally modelo NLVM56, que una vez le quitó prestada su amigo Roberto para dar una vuelta por los alrededores del Parque Junín de la ciudad. Cada día, para entretenerse, recurre con frecuencia a su luminosa memoria recordando sus primeras andanzas tanto en el voleibol como en el basquetbol, realizadas en la famosa Cancha Popular. En su archivo mental también quedó grabada para siempre su fugaz ocurrencia de practicar boxeo en el gimnasio que existía en San Felipe, por los años 50, en el cruce de la 4ta avenida con la calle 15, bajo las órdenes del entrenador Kid Chocolate donde logró intercambiar puños con los prospectos: Silverio “Cabilla” Garranchán, Omar Corniel, Ramón”Pariente” Mendoza, Saturno Parra “La  Taza”, Rafael “Chingo Ford” Gutiérrez, Roberto “Bullaranga” Gutiérrez y otros más. En ésta breve pasantía por ese deporte, logró realizar dos peleas estelares, saliendo victorioso en ambas. El día que se disponía a realizar su tercer combate, minutos antes, Luisa Ernestina, vecina del barrio donde vivía, le preguntaba con asombro a su madre Antonia Celestina: “¿Desde cuándo practica boxeo Estebita en el gimnasio? Por cierto, me dijeron que hoy estará peleando”. Inmediatamente, su progenitora se puso acalorada y furiosa, contestándole enérgicamente: “Ya voy para allá y lo sacaré a palo limpio con ésta escoba que me acaba de comprar Pedro Manuel”.

En efecto, la decidida madre se presentó al gimnasio justo en el momento que el anunciador Juan Saya estaba presentando a los boxeadores y ella, sin mediar palabras, bajo del ring al asustado Esteban agarrándole muy fuerte por las orejas además de propinarle varios golpes con el palo de escoba tanto en la espalda como en las canillas. El público asistente por segundos enmudeció para luego reírse a todo volumen. Mientras tanto, el consentido Estebita no abrió la boca para nada y con suma humildad aceptó aquel público castigo. Ya camino a su casa,  cuando estaban pasando por el negocio de Pedro Miguel Estrella, ubicado en la esquina de la 5ta avenida con calle 16, se les apareció un amigo del frustrado boxeador quien al percatarse de la situación, alcanzó a decir en voz alta: ¿Quién es esa negra gorda que te está pegando con ese palo de escoba? Inmediatamente, Esteban visiblemente molesto sin mediar palabras le respondió:”Sabes cómo es la vaina, ella es mi madre y yo la respeto mucho” Seguidamente, le cayó a ganchos, jabs y finalmente lo remató con un tremendo upercup dejándolo completamente desmayado en el suelo y de paso, hizo que vomitara toda la comida que había ingerido horas antes, en el quiosco de Nicasio Mena del Mercado Municipal.

Esteban finalmente llegó a su casa con la espalda y las canillas muy adoloridas, no obstante, su madre Antonia Celestina lo mandó a bañar enseguida para luego vestirlo con ropa limpia. Esa noche, no pudo conciliar el sueño sin embargo pudo hablar directamente con su yo personal jurándole no volver al cuadrilátero por el resto de sus días.

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