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martes, 17 de octubre de 2017

LAS CAUSAS DE LA DERROTA (y las perspectivas de la oposición)

Por Enrique Ochoa Antich.

1.    Sería relativamente fácil denunciar fraude y ya como explicación de unos resultados electorales que, sin duda alguna, contradicen lo que es el generalizado sentimiento de rechazo frente al gobierno. Pero no lo hubo, al menos en el sentido tradicional del concepto, es decir, como robo de votos. Imposible que un sistema electoral auditado ¡14 veces! (incluyendo el contraste de las papeletas manuales con los resultados que arrojan las máquinas electrónicas) permita trastrocar los votos. Tendrían que ser tontos, y no lo son, los técnicos de la oposición/MUD que participaron de ese proceso de verificación y control. Sí hubo abuso de poder, y lo ha habido siempre (por ejemplo, lo hubo cuando la oposición/MUD ganó la mayoría de la AN), tal vez en esta ocasión más impúdico que nunca, que se materializó en obstáculos y cambios de última hora que deben haber tenido una incidencia de desánimo en el electorado opositor. Sin embargo, tampoco eso explica todo pues su influjo no puede ser mayor al rechazo de 80/70 % del que se dice es objeto el gobierno. En todo caso, el principal deber de la MUD, antes de adelantar opinión terminante respecto de este delicado asunto, es exigir y participar de una auditoría que el propio gobierno ha admitido que sea del 100 % de los votos manuales. Por lo pronto, ya se sabe (la MUD lo sabe) que las actas recibidas y suscritas son consistentes con los resultados anunciados oficialmente.

2.    Nadie se imaginó siquiera un resultado como éste. Quien esto suscribe pronosticó en horas de la mañana un resultado de 13 gobernaciones para la oposición y 10 para el gobierno y era un vaticinio pesimista. Me equivoqué. Ni la más escéptica conjetura podía presagiar un resultado de 18 a 5 a favor del gobierno. ¿Qué pasó?

3.    Lo primero es admitir que el chavismo, ahora chavismo-madurismo, está allí, como una tangible fuerza política y social. Sin esta admisión básica, es imposible poder aproximarse a un examen asertivo de lo que pasó. La supina actitud de desconocer esa existencia como el fenómeno político popular que es (el más importante de nuestra historia con Boves, la revolución federal y Acción Democrática), creyendo que es sólo la resulta de dádivas y presupuesto o de intimidación y ejercicio totalitario del poder, ha sido durante estas dos décadas causa de errores graves por parte de quienes lo adversan, pues al hacerlo se distorsiona la realidad y a partir de una realidad distorsionada, los desatinos, los cálculos erróneos, los disparates en la evaluación de la correlación de fuerzas, etc., están siempre a la orden del día. Prueba de su vigor es que, aún en el entorno de la más honda crisis económica y social en siglo y medio (que es responsabilidad enteramente suya), y con un líder/presidente tan poco agraciado en asuntos de carisma y verbo, todas las encuestas han dado siempre cuenta de su presencia como primera referencia partidista. Eso debería decirnos algo. Se trata, sin duda, de una fuerza política atada al Estado, no creada pero sí amasada a su sombra, de una nueva clase social burocrática que tal vez sin la ventaja del uso y del abuso de los dineros públicos y del poder no sería la misma en el combate político. Pero es obvio que a partir de allí se tiene un piso formidable para la acción, más aún si tenemos en cuenta que suele acrecentar su capacidad de hegemonía alimentándose de los numerosísimos errores, dislates e incoherencias de su principal adversario: la MUD.

4.    Creo que la abstención militante, por exigua que haya sido, influyó en parte en estos resultados. Abstención militante que, vale la pena subrayarlo, es hija legítima de cuatro meses de prédica extremista: 350, “hora cero” (sic), “calle del no retorno” (sic), y otras sandeces que predicaron algunos voceros opositores. Adoctrinados por ese discurso, a muchos les fue imposible comprender un “golpe de timón” que ahora llevaba la lucha de la calle violenta al terreno pacífico y electoral. Es cierto que la participación electoral fue alta pero ello no quiere decir que la abstención militante no haya hecho daño, focalizada en algunos lugares donde la radicalizada clase media opositora tiene peso electoral específico: pienso, por ejemplo, en las zonas urbanas de los estados Miranda, Carabobo y Lara. En estos estados, la diferencia fue relativamente estrecha, y allí puede estar la abstención militante. La MUD debe investigarlo en profundidad, si quiere saber lo que pasó. Si a esto sumamos otras realidades perturbadoras como la fractura de la MUD explícita y/o espiritual en estados como Amazonas y Aragua, podemos rápidamente sacar cuentas y percibir que, producto de las propias atrofias de la oposición/MUD y no de un mítico fraude, en vez de ganar 11 o 12 estados, se estén ganando sólo 5 o 6.

5.    Estoy totalmente persuadido de que si en vez de dejarnos atrapar por el referendismo del 2016 (rr o nada), hubiésemos aceptado negociar, como se propuso y fue posible, un acuerdo que garantizaba regionales ese año y otras conquistas de no menor cuantía, los resultados hubiesen sido otros. Incluso, estoy absolutamente convencido de que si hubiésemos evitado la absurda línea insurreccional de este año, que fue caldo de cultivo para el discurso abstencionista, y nos hubiésemos mantenido firmes en la defensa de la ruta democrática, que implicaba diálogo y negociación, los resultados también hubiesen sido otros. Pero como tanto se ha dicho, la oposición actúa por espasmos, es como una representación política de El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde: unas veces andamos democráticos y pacíficos, concentrados en el proceso gradual de acumulación progresiva de fuerzas: políticas, sociales, electorales, institucionales, y otras somos poseídos por una bestia infernal que promueve la calle violenta, no importa cuántas muertes cause, tienta el golpe militar (siempre fallidamente, por demás) y hasta clama por una invasión militar extranjera. Esa incoherencia se paga cara a la hora de cosechar triunfos electorales. La historia de estos 20 años de hegemonía chavista y ahora chavista-madurista demuestra que cada vez que escogimos la ruta democrática, obtuvimos victorias; y cada vez que escogemos el salidismo, nos esperan derrotas como la que acabamos de sufrir. Porque entendámonos de una vez: esta derrota no es la de la ruta democrática, no, para nada. Es la derrota que se deriva de cuatro meses de delirio extremista que afectó, socavó en sus propias bases, una ruta democrática que, hasta la victoria de la AN, había demostrado ser probadamente exitosa. Este asalto extremista a la MUD post-elecciones parlamentarias de 2015, se parece mucho a la confiscación que de la insurrección civil del 11A hicieron (y planearon desde un principio) algunos sectores extremistas y, además, plutocráticos el 12A cuando el golpe de Estado de Carmona.

6.    También resulta cómodo llamar a la unidad. Sí, la unidad es un valor, ¿qué duda cabe?, en particular si más que como una táctica electoral se la ve como una estrategia de nación: unidad de todos, incluso el chavismo. Pero también lo es la coherencia en la conducción política. Tengo para mí que parte de nuestras equivocaciones del 2014 (guarimbas) a esta parte ha tenido que ver con la pretensión de hacer coexistir dos estrategias contradictorias, de las que se derivan por tanto tácticas contradictorias. Como en 2014, sigo creyendo que es más útil y menos perjudicial un deslinde a tiempo, civilizado, respetuoso, que una convivencia en que cada una de estas estrategias “traba” a la otra. Como sabemos, una es La Salida; la otra, la ruta democrática. Una cree en la calle del no retorno, aunque sea violenta y sangrienta; la otra cree en la calle siempre y cuando sea pacífica, social y útil. Aquélla es maximalista, lo pide todo ya, es inmediatista; ésta postula un proceso progresivo de acumulación de fuerzas que haga posible un cambio democrático pacífico y electoral lo que supone una transición pactada a través del diálogo y la negociación. ¿Acaso no es mejor, más conveniente a ambas visiones, que en vez de estar forzando una unión contra natura se deje que cada una de estas estrategias desarrolle con libertad sus estrategias y sus tácticas y evalúe luego con propiedad sus resultados, sin perjuicio ni prejuicio de alianzas y acuerdos (en particular electorales) entre una y otra?

7.    Una nota final: es bastante claro que esta derrota tendrá efectos que, si no se actúa con resolución y audacia, pueden ser devastadores. Toca volver a empezar, por duro que resulte afirmarlo. Puede decirse que, poco más o menos, estamos regresando a 2006, cuando luego del golpe-de-Estado/paro/abstención, la Coordinadora Democrática de entonces se desfondó y hubo que improvisar una nueva dirección política (el pacto Petkoff/Rosales/Borges) que pudo asumir el liderazgo de la oposición, concebir y conceptuar la ruta democrática, y coagular luego en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), llevándonos hasta la victoria histórica de diciembre de 2015. Admito que incluso la ruta democrática debe ser puesta en tela de juicio. Pero hasta nuevo aviso, no observo otra estrategia creíble, a menos que se crea que el extremismo de La Salida ya pueda serlo. Por eso sugiero tal vez reformular la ruta democrática, combinarla con lucha de calle: pacífica, social, útil, pero, como en 2006/2007, reagrupar las fuerzas que crean en ella e insistir en esa estrategia. Se necesita para ello que todos los demócratas, en la MUD y quienes estamos más allá de sus fronteras pero en el campo de la oposición, rediscutamos qué tipo de dirección y de organización se requiere para esta etapa que comienza. ¿Es la MUD un modelo eficaz? ¿Debe ser sustituida por otro tipo de alianza que incluya lo civil y lo social? ¿No será que el país de hoy nos reclama una nueva referencia política, una nueva oposición? Nadie promete un jardín de rosas, pero parece que no es otro sino éste el desafío. No veo fácil que sea probable, ni siquiera posible, pero es la única lucha que vale la pena si aún soñamos en un país en que libertad y progreso social para todos sean posibles, un país unido, reconciliado y en paz.

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