Según
el diccionario de la Real Academia, la democracia es la forma de gobierno en la
cual la soberanía reside en el pueblo, que ejerce el poder directamente o por
medio de representantes. ¿Es realmente respetada la democracia?.
El 6-D pasado el pueblo
eligió a sus representantes en la Asamblea Nacional y les dio el poder y la
gran responsabilidad de representarlo por cinco años. Esperanzas puestas en
esos apoderados populares en quienes el soberano depositó su confianza.
Sean oficialistas u
opositores los diputados electos, ello resulta irrelevante si la confianza y
poder puesto en ellos son traicionados. Resulta que algunos diputados han
manifestado abiertamente su intención de aspirar a gobernaciones apenas cinco
meses después de su elección. Utilizar la AN como trampolín para luego optar
por otros cargos es inaceptable y repudiable ya que ello implica desconocer el
origen de su designación y pasar por encima de esa voluntad popular en busca de
satisfacer aspiraciones personales. Cualquier justificación ameritará un “ahora
cuéntame una de vaqueros”.
Es una muestra más de
la forma tradicional de hacer política y que su consecuencia no será otra que
la pérdida de la confianza del electorado que se traducirá en la mayoría de los
casos en votos en contra de ese oportunista que menosprecia el sagrado poder
con que ha sido investido.
Si el pueblo es el que
decide con su voto, ¿por qué su voluntad no es respetada? Por otra parte, ¿será
posible lograr que se lleven a cabo primarias para elegir candidatos únicos
para las próximas elecciones de gobernadores y alcaldes? ¿Tendrán nuestros
diputados la ética, seriedad y responsabilidad ante sus poderdantes y luchar
desde la AN en la trinchera para la cual han sido electos y dar espacio a
nuevos valores que tratan de poner su granito de arena abriéndose campo en el
mundo político actual colmado de trabas, atajos, sorpresas, traiciones e
intereses personales y que en definitiva tendrá como resultado el hastío y repudio
de la gente?
Si queremos un nuevo
país, un nuevo modelo económico y un mejor futuro para nuestros hijos, debemos
renovar el liderazgo y cambiar esa forma tradicional de hacer política, en la
que prevalezcan los principios y valores democráticos sobre cualquier otro
interés. Ha llegado el momento de quitarse las caretas y enfilar las energías y
ganas de trabajar en pro de esa nueva Venezuela en la que cabemos todos, en el
que prevalezca el respeto, la paz y la inclusión, elementos indispensables en
una verdadera democracia.
En estos momentos en
que el país enfrenta una grave crisis económica, política, social y moral, es
menester que nuestros representantes y políticos reflexionen honesta y
profundamente sobre el rol que deben cumplir en estos momentos aciagos. Ello
aplica para oficialistas y opositores. Es ahora o nunca. Si fallan o se
equivocan quedarán marcados en la historia como unos verdaderos maulas que
insistieron en un supuesto cambio haciendo siempre más de lo mismo. El interés
del colectivo y bienestar del pueblo siempre deben estar por encima de
intereses personales. Dando el ejemplo y cumpliendo a cabalidad sus
responsabilidades y compromisos asumidos con su pueblo demostrarán a sus
seguidores que existen razones para seguir creyendo y votando por ellos. Caso
contrario serán castigados con la indiferencia electoral y burla popular.
Eduardo Díaz – edudiaz7858@gmail.com
C.I. 4.972.210 cel: 0412-2074064
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