Dip. Omar Ávila
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@OmarAvilaVzla
La Venezuela
de finales de la
segunda década del Tercer Milenio, no puede mostrar peores escenarios.
Horrores
creados por un “socialismo” endógeno, corrupto e inepto, y una
dirigencia opositora carente de estrategias de tipo político, económico
y social; más allá del simple lloriqueo
frente a las perversidades del gobierno; evadiendo constituir las bases
para la
acción que le otorguen identidad, compromiso, como
la mejor manera de recuperar la credibilidad necesaria para encausar la
voluntad nacional y mayoritaria.
Resulta que han renunciado hasta a reunirse
públicamente. Desconociendo el efecto emocional que esos eventos producen y
aportan a quienes, desde la oposición espontánea, pero activa, luchan animosamente
contra el extremismo opositor abstencionista, ignorando que éstos últimos, al
final resultan inconscientemente en el castro-chavismo-madurismo más
recalcitrante.
No percibe nuestra dirigencia opositora,
que la “eliminación” de la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática,
no es más que el miedo histérico del gobierno; a quienes nos les queda otra
salida que arremeter contra todo aquello que le represente un verdadero peligro
a su interés de perpetuarse en el poder. En razón de ello, debemos insistir en la UNIDAD. Sólo la Unidad podría exorcizar al abstencionismo opositor,
el arma más eficaz del gobierno. La cual, junto al ministerio de asuntos
electorales del gabinete de Maduro (CNE), es lo que explica sus “triunfos” en
un país abrumadoramente resentido, encrespado y sin liderazgo personal
o colectivo. Así lo percibe el mundo democrático planetario, y es la
única vía para “despertar” al país de esta pesadilla colectiva, con gravísimos
efectos sobre la nación.
No obstante, por razones humanitarias, el
debate y las propuestas, deben trascender, o por lo menos ir en paralelo a lo
político partidista, sobre participar o no en las elecciones. Resulta
impostergable ofrecer respuestas a la gente.
Darles soluciones a la hambruna, la carencia o altísimo costo de
alimentos y medicinas. Dejar de último a la ciudadanía se paga caro. Y no sólo
políticamente.
El gobierno agotó todas las excusas y el
señalamiento de “culpables” distintos a ellos. Maduro tiene todo el poder:
desde el Ejecutivo, pasando por el resto de los poderes del Estado, sumando
además, casi todas las gobernaciones y alcaldías. ¿Cuál es la excusa ahora? Lo
tiene todo, entonces cómo y para cuándo se va a ocupar de los problemas de la
gente… De igual manera, a los cuatro candidatos que ya han salido al ruedo les
pregunto: ¿dónde están sus propuestas, sus ideas, su plan de gobierno?. No es
sólo la lucha por el poder, pero además le hacemos un llamado a la sensatez, a
que le den una lectura con madurez y desprendimiento a las encuestas. Es
necesario tener un candidato que garantice el triunfo electoral, para exigir
inmediatamente la implementación del canal humanitario, y cambiar el modelo de
desarrollo económico y social en el que persevera la ineptitud corrupta, que
pudiera ser reelecta por una minoría.
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